domingo, 13 de diciembre de 2020

INSUFICIENCIA

El caso es que ni te quiero,

que solo recuerdo haberlo hecho

y tampoco tengo claros los motivos.

Que hace ya como tres vidas que no te dedico

ni un minuto de sueño.

Que perdí tu voz al encontrar la mía

y desde entonces

cuando escucho tu nombre

se me parece a cualquier otro.

Que reconozco que una vez 

fuiste la razón de mi existencia,

pero en mi presente eres tan prescindible 

como la tilde en solo.

Que si me esfuerzo y hago memoria

me llega algún beso borroso,

pero ha llovido tanto

que puede que ni siquiera se trate de un beso.

Que tampoco eres tan guapo,

ni tan inteligente,

ni tan


…yo que sé.


Pero, joder, volvemos a encontrarnos

y otra vez esta puta parada cardíaca.





TÚ NO PUEDES LEERME

No…tú no puedes leerme

si no sabes cuantas páginas

se me han quedado por escribir,

si no conoces el idioma del dolor,

si nunca te ha gritado tan fuerte

que la vida no se oía.


No…tú no puedes entenderlo

si nunca han declarado tu cuerpo 

zona catastrófica,

si no has amanecido cada día

sintiéndote una puta ruina

y al sonreír frente al espejo

has dicho la primera mentira.


Sé que no lo entiendes,

porque te enseñé todos mis rotos

y tú insistes en darles cuerda.

Sé que no lo entiendes,

pero yo sí te entiendo a ti:

sé que me juzgas

desde tu cómodo asiento

en primera fila de la ignorancia,

que te distrae el caballo de Troya

que son mis labios rojos

ocultando una guerra,

que la vida corre mucho

y se pasó de moda 

lo de mirarse a los ojos,

que preguntar: ¿cómo estás?

y querer saberlo

no son la misma cosa.


Pero escúchame bien:

ni por un segundo te calzaría

mis zapatos,

ni por un instante te prestaría

mi ala rota.

No cualquiera es capaz 

de hacer piruetas

volando a ras de suelo,

y te juro que yo soy la puta reina

de las acrobacias.


Pero no puedo hacer nada

si solo eres capaz 

de ver la lluvia cuando te cala,

y aunque me joda que no lo entiendas,

créeme,

lo único que te deseo

es que no llegues tengas a entenderlo nunca.


Lo único que te pido:

un poco de empatía.


MIL PEDAZOS

He roto en mil pedazos

algunos de los poemas que hablaban de ti,

los que no admitían un

final alternativo

como: “ ¡Que te jodan!”


…por ejemplo.

NADA QUE DEMOSTRAR

Si se nos pasara el hambre,

si no tuviéramos un beso que llevarnos a la boca

y se nos secaran las raíces del “para siempre”…

seguramente seguiríamos respirando.


Si la rutina nos atara de pies y manos,

si fuese el silencio un ruido insoportable

chocando entre estas cuatro paredes,

y tuviéramos que huir…

seguramente seguiríamos respirando.


Si te acabaras tú, o yo me acabara,

y dejáramos vacíos los huecos del otro,

si tuviéramos que escribir el futuro

con la tinta de un recuerdo…

seguramente seguiríamos respirando.


Pero lo bonito, amor,

lo maravilloso de esta historia:

es que después de tanto tiempo

no hemos tenido todavía

la necesidad de comprobarlo.

AMOR EN GUERRA

Sin duda, tú y yo fuimos

la guerra más bonita

en la que he muerto nunca.


Tanto,

que en ocasiones

incluso echo de menos

el silbido de las balas

rozándome el corazón.

LA INSPIRACIÓN

Vaya… aquí estabas,

de nuevo dormida como un lirón.


A saber donde has pasado toda la noche

que traes el pelo revuelto de nostalgias

y las uñas gastadas de arañar

en otras almas.


Te despertaría ahora mismo 

con el trueno más violento de mi tormenta

y que el rayo que le precede

te convirtiera en cenizas.

Pero, joder, 

eres tan guapa

que hasta los incendios te favorecen. 


Perdona…no me hagas caso.

No eres tú, soy yo, 

que no termino de asumir

que eres tan mía como de cualquiera.

Pero tienes que saber 

que tu libertad es mi jaula 

cada vez que vuelas en otras alas.

En cambio, a mí me basta 

con uno solo de tus guiños

para caer rendida 

a toda esa adicción que provocas.

Me basta un chasquido de tus dedos

para desnudarme los miedos de un sorbo

y llenarte la boca de palabras 

hasta que me atragantes el corazón.


Maldita seas,

un día despertarás y me habré ido.

Pero ahora duerme,

duerme inspiración, duerme…

que mañana será otro poema.

VÉRTIGO

¿Qué probabilidades hay

de que dos personas al darse su primer beso

experimenten a la vez un mareo semejante?


Como si hasta entonces hubiéramos

estado tan vacíos que al juntar nuestras bocas

hubiéramos caído el uno dentro del otro

y respirar fuese lo de menos.


Como si todos los vértigos 

se nos hubieran concentrado

juntos en el estómago al darnos cuenta 

que desde ese instante

ya nunca más volveríamos a ser los mismos.


Como si de repente

la tierra fuera el cielo y viceversa,

y nos hubiéramos quedado

colgados por los pies en una nube.


Fue como bordear la cornisa

del último piso de un rascacielos

–con los ojos cerrados–,

sabiendo que saltar al vacío

era la única forma de salvarnos.


¿Y cómo se sobrevive a algo así?

¿Cómo íbamos a hacerlo?

ABSOLUCIÓN

¿Y si limpiamos de polvo la herida

y la vestimos de futuro?


¿Y si invadimos al orgullo

y le disparamos invierno hasta que se muera frío?


¿Y si inundamos de “te quieros”

este desierto hasta que el amor nos llegue al cuello?


¿Y si repartimos cartas nuevas

y jugamos a no perdernos?


¿Y si gritamos más fuerte que este maldito silencio

y lo dejamos sin argumentos?


Y si…


¿y si nos perdonamos?

DIAGNOSTICO

Ya te lo dije una vez:

lo tuyo no es normal

y ojalá que no te lo vea un médico

para que no te lo cure.

Pero a ver quién me cura a mí

tus efectos secundarios

y todo este recuerdo cada ocho horas.


Diagnóstico: enferma de amor.


Y cómo duele esta ironía…

¿pues no era el amor la mejor medicina?

¿qué poeta hizo el ensayo?,

¿qué grupo de ilusos tomó el placebo?,

¿y cuántos murieron de amor

 por culpa de la poesía?


SPOILER

Los relojes no apostaron

por lo nuestro ni un solo segundo

–y no me extraña–.

Se veía venir a una vida de distancia,

porque de ciegos: nada.

Un spoiler en cartelera.

Un libro abierto

y por la última página.

La realidad cantando bajo la lluvia

y nosotros escuchando la puesta de sol.

Dos idiotas

haciendo equilibrios 

sobre la única posibilidad de caerse.

Y menuda hostia.


Pero que nos quiten lo soñado,

que no hay calada sin humo

y mi pelo va a estar oliendo a tu risa

hasta la próxima primavera.

AUTOPSIA

¿Y qué esperabas?

Te dije que había vida después de ti

y no me creíste.

Has necesitado hacerme la autopsia

para asegurarte de que mi último suspiro

dejó en mis labios el rastro de tu nombre.

Que mis tejidos conservan,

todavía intacto,

el escozor de la ausencia de tus caricias.

Que dentro de mis ojos

guardo el paisaje que era tu boca

–donde tantas veces me ahogué nadando

en mis noches de insomnio–.

Que todavía me quedan en las uñas

restos de los versos que arañé en tu espalda.

Y que no mentía cuando te dije

que tu adiós me dejó clavado

el invierno en los huesos.


Pero que putada, ¿verdad?,

cuando me has abierto el pecho

y te has encontrado 

con tu propio cadáver.

Has traído flores a una tumba

que hace tiempo que no te llora.


RESUCITAR

Hoy voy a saltarme mis propias normas,

y toda esta montaña de orgullo

que le está quitando espacio al aire,

y total, llevo la cabeza más alta

pero me duelen las cervicales 

de tanto mentirme.


Hoy voy a volarle la tapa de los 

sesos al amor propio.

Hoy voy a decirte:

que te quiero, 

que te odio, 

que quiero que vuelvas

y no quiero verte nunca más.

Que no sé si me lees,

pero ojalá que no,

pero ojalá me aprendas.


Y todo esto solo significa una cosa:

que no sé como decirte

que te echo de menos, joder.


Y que tengo otra bala en la recámara…

por si quisieras revivirnos.


LÁGRIMAS CADUCAS

Yo, siempre tan previsora 

que suelo comprar de más

por un “por si acaso”,

y esta vez,

se me están echando a perder las lágrimas

por no darles uso.


Iba a guardarlas, ya sabes…

por si un día de lluvia te recuerdo

y me aprieta el corazón,

pero entonces he pensando en ti

y solo he sentido frío.


Me he acostumbrado a tu ausencia

sin darme cuenta,

como ocurre con ese ruido molesto

que escuchas solo cuando deja de sonar,

y entonces:

se te llenan los ojos de paz.

ASÍ ES QUERERTE

Ayer contemplaba el mar

y no pude evitar pensar en 

cuanto se parecía a quererte…

y de repente la palabra amor

me pareció tan pequeña.


¿Cómo pueden solo cuatro letras

abarcar tanto azul?

AMIGA DEL FUTURO

Querida “supuesta amiga” del futuro:

No sé en que lugar

ni de que manera vamos a encontrarnos,

pero para que puedas reconocerme,

te indico que llevaré prendida al pelo 

una flor de color “ya no me dejo pisar”.


Y es que en la actualidad,

tengo en el alma un Diógenes de decepciones

del que quisiera librarme 

antes de que me atore la garganta…

y antes de que llegues tú.


Mientras, estoy aprendiendo a decir: NO.

Es difícil…

duele el roce de la lengua con el paladar

por la falta de costumbre,

pero me han dicho que debo hacerlo

para no llegar tan justa a fin de mes 

con el amor propio.


También quiero averiguar 

si se pueden hacer compras online 

en el país de las maravillas.

Me interesa esa pócima 

que te hace crecer de repente,

para que así, 

cada vez que quieras joderme

y hacerme sentir pequeñita, 

beba un sorbo y crezca tanto, 

que sea mi sombra quien te trague a ti.


Disculpa toda esta antelación,

pero ya sabes,

dicen que el gato escaldado del agua fría huye,

y yo estoy rodeada –como una isla–.


Tal vez por eso esté sacando las uñas

antes de tiempo

–yo tan presente y tú todavía en el futuro–.

Pero cabrona, es que ni siquiera te conozco 

y ya te estoy viendo venir.

JUSTICIA

Que se haga justicia

y condenen al silencio

que me robó tu voz

RECITAL

Nos quitamos los miedos,

las dudas y la ropa,

y empezaste la rima

versándome la boca.


Recorriste mi cuerpo

por sus llanos y dunas.

Me encendí compitiendo

con la luz de la luna.


El reloj advirtió

nuestras ganas urgentes.

Nos bebimos la sed,

nos clavamos los dientes.


Nos dejamos llover,

y se ahogó la sequía.

Mis uñas sobre tu espalda:

papiro y caligrafía.


Versos de arte mayor,

estrofas de pareados,

literatos piel con piel

en sudor rubricados.


Templo de inspiración,

yo, tu musa…tú, mi guía.

Hicimos de aquella cama

un recital de poesía.


UN DÍA CUALQUIERA PERO CONTIGO

Hoy es un día cualquiera

de una semana cualquiera,

y solo importa el lugar.

Cada rincón de esta casa 

huele a palomitas,

y a tú conmigo para siempre,

y a yo contigo hasta el fin del mundo.


Tenemos un techo, un sofá,

y el último capítulo

de nuestra última serie favorita

–Que nadie se atreva a llamar

rutina a este puto trébol de cuatro hojas–.


Dentro de esta habitación 

toda la incertidumbre se concentra

en el final de una ficción.

En el mundo real la certeza duerme 

con la misma paz de un cachorro

que se sabe a salvo:

yo te quiero, tú me quieres,

y dos margaritas celebran su indulto.


Nos miramos y no hace falta hablar,

hemos aprendido a leernos la sonrisa:

sí, mi amor,

si ahí fuera estallara una guerra,

si este día cualquiera

de una semana cualquiera

fuese el último de nuestras vidas,

nos encontraría justo

en el lugar exacto donde queremos estar.


NO APRENDO

Soy de las que intuye la caída,

de las que presume

de un sexto sentido que funciona

a seis heridas de distancia,

pero cuando suena la alarma

se queda dormida.


Soy mi propia trampa,

la oposición a mi instinto,

la ceguera requerida

ante cualquier acto de fe.

Soy la tierra de las segundas oportunidades,

donde solo crece mi perdida de tiempo.


Huelo a tres calles

a mi propio miedo,

avisándome del avispero

que esconde tu alma,

reconociendo la piedra,

señalando el abismo 

en el que ya estuve.

Y entonces salto,

porque yo…

yo nunca dejo para mañana

lo que pueda matarme hoy.



LÁGRIMAS DE ANTES

Por aquel entonces

las lágrimas 

tenían fecha de caducidad,

una vida útil,

un día límite,

una trayectoria,

un principio y un final.


Uno feliz.


Recuerdo que mi madre 

tenía el poder de frenar

todo ese mar con un solo beso.

Me sangraban las rodillas, sí,

pero ella, como un dique de amor,

contenía todo el dolor y secaba mis ojos

con la calidez de una brisa de verano.

Todo acababa con un “cura sana”,

y directa de nuevo a la felicidad.


La pena no se te enquistaba 

en la garganta,

la diluía el azúcar de un caramelo 

que frenaba en seco un llanto inconsolable

ante semejantes injusticias:

como la de un niño negándose a compartir

su juguete conmigo.

El sonido del envoltorio era música celestial

anunciando el final de una guerra.


Más tarde, conocí lo amargo

de las lágrimas del desamor,

pero también el truco de las moras verdes.

Llorar seguía teniendo un temporizador,

y solo era cuestión de esperar

que se cerrara el grifo.

Lloré por amores

que ni siquiera recuerdo.

Eran lágrimas de fogueo:

mucho ruido, y al final,

solo pólvora mojada.


Ahora lloro diferente:

a largo plazo,

sin plazo.


Sin fin.

Para siempre.


Hay dolores con 

los que no puede

el beso de una madre,

ni el caramelo más dulce,

y para los que nunca hay suficiente

verde en una mora.


Será que me hago mayor, 

y ya voy teniendo edad 

para decir ese tipo de frases:


ya no se hacen lágrimas

como las de antes.