Si te asusta el vacío
que dejaron mis manos
desde que no te tocan,
cierra los ojos,
cuenta hasta tres,
y salta!,
porque hay errores
que son aciertos
pero a destiempo,
y sólo por ellos,
merece la pena
volver a jugarse el sueño.
Que dar la espalda
es el atajo de los cobardes,
y algunas heridas
sólo se curan:
a corazón abierto