A mi Yuna
Por nuestra forma de quererte
tuvimos que escuchar muchas veces:
“Pero, si es sólo un perro”,
cuando precisamente te preferíamos por eso.
Porque te hiciste mayor,
pero tus ojos siguieron brillando con la misma inocencia.
Porque tuviste quince años para decepcionarnos,
y no utilizaste ni un sólo día.
Porque eras capaz de correr tan veloz tras una pelota,
que se hacía imposible alcanzar tu felicidad
–y nosotros, siempre empeñados en complicarlo todo–.
Porque nos despertabas cruzándonos la cara
a lametones, para inundarnos el corazón de amor.
Porque sentir tu hocico pegado a mi cuello
y escuchar tu respiración mientras dormías,
ha sido lo más parecido a la paz, que he conocido.
Porque si buscabas una verdad, sólo había que mirarte.
Porque en cada paseo volvías a casa con una piedra,
como si esa fuese tu forma de construirnos un mundo mejor,
y desde que no estás, las piedras, son sólo piedras.
Porque eras tan guapa, joder!, qué enamorabas a los gatos!
–y esto no es una metáfora–.
Porque contigo esparciendo pelos, esta casa abrigaba más.
Porque el sonido de tus cuatro patas chocando en la tarima,
era la banda sonora de nuestra vida,
y no te imaginas, chiquitina,
cuanto echamos de menos tu música